Al suroeste del término municipal de Moratalla, casi en el límite de provincia con Albacete y Granada, comienza este viaje al pasado sin necesidad de máquina del tiempo. Hay que llegar al Calar de la Santa, pedanía moratallera situada en las estribaciones de la Sierra de Villafuerte y pasado El Sabinar, para iniciar este itinerario que les acercará a la prehistoria humana, de la mano de las ricas pinturas rupestres de la zona, catalogadas Patrimonio de la Humanidad desde 1998 por la Unesco, y de los restos que permanecen en pie del poblado de Los Villaricos (también conocido como El Castillico) habitado hasta la Edad de Hierro y de ocupación anterior.
También podrá palpar con la punta de los dedos la prehistoria vegetal, paseando por el milenario bosque de sabinas albares y negras, el más sureño de toda Europa. Un reducto de tiempos pretéritos adaptado al terreno sin problemas (desde -25º a 45º), arqueología viva, ya que esta especie habitaba el planeta cuando el hombre aún no era ni un proyecto, hace 143 millones de años.
Los abrigos de las paredes del barranco, utilizados durante años como material de construcción, esconden los mensajes que dejaron nuestros antepasados, que desde el cerro en el que está ubicado el poblado de Los Villaricos, vigilantes, dominaban la fructífera vega del río, así como los yacimientos de estaño necesarios para trabajar el cobre, el paso de otros grupos de humanos y la posible caza.
En unos metros, el paisaje árido de la cantera, plagado de bloques de piedra extraídos de lo alto de las paredes del barranco, se torna incomprensiblemente en un frondoso bosque en el que las milenarias sabinas han arraigado con fuerza y conviven con pinos laricios y rodenos, alguna encina y nogales.
Junto a los árboles, un poblado sotobosque se desarrolla a ras de suelo. Hay agracejo, «una joya vegetal, rara en estas altitudes, ya que suele encontrarse en las cumbres de las montañas sobre terrenos pedregosos». También se pueden ver, todavía en flor, los rosales silvestres que colorean la zona, las rojas y llamativas amapolas, la zamarrilla, la aliaga, la dedalera (digitalis obscura), las bellas y raras peonías con sus frutos aún verdes, la orquídea de racimo (con sus minúsculas flores), la alfalfa y la avena y el trigo silvestre.
Tierra de buitres, hoy los leonados sobrevuelan estos cantiles pero estuvieron representadas todas sus especies, alimoches –o milopas–, cuervos –cada vez menos frecuentes por el uso de pesticidas–, águilas culebreras y quebrantahuesos –la población recuperada en Cazorla extiende sus dominios hasta aquí–, donde todavía se conservan los nidos que habitaron hasta hace no muchos años; esta bella cañada permite escuchar a petirrojos, mirlos y zorzales, percibir a los agateadores, que escalan los troncos en busca de insectos, y escuchar como el pico picapinos (una especie de carpintero) busca insectos en los árboles.
El Cerro del Castellar (con un poblado en altura de la Edad del Bronce) escolta a los caminantes, que pueden hacer su parada para reponer fuerzas a la sombra de una enorme encina con el agua como música de fondo.
La vuelta al Calar de la Santa se hace por la altiplanicie, en paralelo al barranco, por un camino bien marcado. Si va fijándose en la vegetación que hay a ras de suelo, podrá encontrar cientos de nidos de tarántulas, fácilmente distinguibles porque son elaboradas trampas de seda en forma de cono de las que es difícil escapar, y encontrar alguna pluma de águila culebrera.
Ya sólo le queda seguir hacia la plaza para llegar a Casa Luis y degustar las suculentas viandas de la zona.
TURISMO MORATALLA: http://www.turismomoratalla.info

Diplomado y Graduado en Turismo por la Facultad de CC. Económicas y Empresariales de la UNED, donde también finalizo estudios del Grado en Administración y Dirección de Empresas. Experto Universitario en Turismo y Marketing. Máster y Executive Master en Banca y Finanzas. Máster Universitario en Formación del Profesorado: especialidad en economía y empresa. Profesor, formador, consultor y guía oficial de turismo con más de 15 años de experiencia.